22 mar 2013

bosquedeluciernagas: Cuanta melácolia que reina hoy en día, Clara

bosquedeluciernagas: Cuanta melácolia que reina hoy en día, Clara: Clara era la clásica estampa de la contrariedad y aunque era viernes y el segundo día de la primavera, sentía una alteración melancólica en su declaración de principios.

Pobre Clara. ¡Pobre!

Hoy no existe pero tampoco se deja espacio para librar su batalla. Esa que se disputa entre lo que Clara siente y lo que Clara sabe.


20 mar 2013

bosquedeluciernagas: La habitación de Neus cuando se hace pequeña

bosquedeluciernagas: La habitación de Neus cuando se hace pequeña:
Y la habitación le quedó muy pequeña para el tamaño inmenso de sus sueños, entonces buceó por debajo de la cama, saltando desde el colchón hacia la inmensidad de la imaginación cuando se mezcla con los deseos, a ver si así encontraba ese mar pendenciero que la había impulsado a querer abrir la puerta y dejarse ir, así eran los impulsos de Neus después de un café.

Un café negro.

Cargado.

Enardecedor porque le pinchaba ahí donde más le dolía.

Adentro. Donde solo ella tiene acceso.

Y cuando sucede, le duele con un ardor que la deja sin aliento. Le quema. La deja vacía. Vacía y libre por culpa de este acicate de querer vivir que resulta muchas veces  demasiado dulce y demasiado breve.

Breve porque a los minutos se le esfuma esa intoxicación deliciosa de saberse cargando el carrito de las compras con todo lo que se llevaría para irse lejos.

Esponjas.

Pinzas de depilar.

Un vestido fucsia.

Una diadema. El pasaporte. Una libreta, dos lápices y un espejo (...) una pequeña lista perecedera y una excitación transitoria aunque todo el día la volverá a desear unas mil veces más. Incluso dos mil cuando sea lunes por la mañana o domingo por la noche.

6 mar 2013

bosquedeluciernagas: Los anzuelos de Milena

Baudouin Winckle
bosquedeluciernagas: Los anzuelos de Milena: Quizás porque lleva una semana lloviendo hoy Milena se despertó con ganas de desenfundar los anzuelos y salir de pesca. Se arregló el peinado con un broche nuevo, uno que hasta ahora nunca había utilizado por descuido.

Descuido y miedo a las cosas nuevas cuando requieren hábitos a los que no está acostumbrada, como éste de desenfundar los anzuelos que una vez usó y ahora guarda en un baúl, el de los recuerdos. En ese que se compró cuando salir de cacería era lo que se hacía a su edad, a esta ya no pero da igual (...)

Hoy da igual y Milena se viste diferente.

Con fuerza de imán.

Imanes para atraer una presa. Con una basta. Una simple presa para saciar esas ganas que le provoca la lluvia en invierno, sobre todo cuando el frío no acompaña. Es una necesidad interna la que siente, por eso este apuro de salir a buscarlo.

Casi una carencia humana.

Un requisito simple.

Una obligación protectora para con ella.

Como una fatalidad tierna.

Y sobre todo, un menester provocador.

Provocadora por querer arroparlo y dejar arroparse. Abrazarlo y dejarse abrazar (...)  Y todo antes de quedarse sola. Sola como ayer y antes de ayer.

Como siempre.

Sola aquí y allá. Sola en su bañera, en la bañera de Milena para dejar que sea el agua caliente quien la abrigue todo lo que puede abrigar un consuelo y lo peor, sin ella abrazar.

Por Luciana Salvador Serradell

5 mar 2013

Oscar 2013: "Argo fuck yourself"

Por Miguel de Molina

El pasado domingo, a eso de las 23.30, encendí la cafetera con la esperanza de que una taza de café bien cargado me disuadiera de la tentación de darle al botón de grabar y dejar la muy nocturna entrega de los Oscar para el día siguiente.

Si os preguntáis si la taza alcanzó su objetivo, os diré que sí. La cafeína cumplió de forma ejemplar con la tarea encomendada, y un servidor se fue a dormir pasadas las 7h de la mañana.

Ahora, si vuestra duda está más relacionada con la conveniencia de que así fuera, con si realmente valió la pena pasarme la noche en vela viendo la 85a edición de los premios más importantes del mundo del espectáculo; la respuesta es que también. En su mayor parte, al menos.

La gala de este año contaba con varios atractivos a priori (dejando a parte el comentado vestido de Anne Hathaway). Para empezar, el impenitente y sacrílego Seth MacFarlane recogía el testigo del recauchutado Billy Crystal del año anterior como conductor de la ceremonia. Además, se anunció que en esta edición se homenajearía la música en el cine (aunque más bien "el musical") y se celebraría también el 50 aniversario del icónico agente 007 en la gran pantalla.

Y por último, y tal vez lo más importante, este año llegué a la noche señalada con los deberes hechos (o casi, casi se me escapa Lincoln, aunque la vi en el último momento, más motivado por el siempre excelso Daniel Day-Lewis que por un Steven Spielberg que cada vez me recuerda más a un intento de copia de sí mismo).

Los sublimes diálogos de Django Unchained, la adrenalínica y formidablemente dirigida Argo, la sobriedad formal al servicio de una historia de amor tan bella como dura como Amour de Haneke, la mágica belleza de Life of Pi, la impecable y polémica Zero Dark Thirty, la deliciosa y accesible Silver Linings Playbook, el cuento moderno de la difícil existencia de una incombustible niña de seis años en Beasts of the Southern Wild o la esperada versión del mayor de los musicales en Les Miserables, prometían una noche interesante ya que, pese a las 11 nominaciones de Lincoln, no parecía haber una favorita clara para llevarse la mayor parte de las estatuillas como, de hecho, acabó sucediendo.

¿Una gala que daba para más o un MacFarlane sin más? 

 

Seth MacFarlane como host me gustó pero no me encantó. El actor/productor/director/dibujante/guionista americano, creador de Family Guy o el irreverente oso de peluche Ted, es capaz de la más inteligente de las ironías y de la más burda de las chabacanerías. No hay más que ver un episodio de la mencionada serie de animación para comprobarlo.

Así que el tono y el nivel de impunidad de sus bromas era uno de los grandes interrogantes de la noche y he de decir que logró hacer gala de toda su gama de colores como humorista, desde la fina crítica ("la historia de Argo es tan secreta que hasta su director es un desconocido para la academia", criticando la ausencia de Affleck en esa categoría o los chistes sobre el extremo nivel de compromiso con el personaje de Daniel Day-Lewis), a la tontada infantil...aunque divertida (la canción "We saw your boobs" enumerando las actrices que han enseñado sus pechos y en qué películas), o salidas de mal gusto para algunos ("el actor que realmente se metió en la cabeza de Lincoln fue John Wilkes Booth ", su asesino o la divertida intervención de Ted en la que ironizó, y mucho, sobre la condición judía del grueso de Hollywood).

Sin embargo, en mi opinión, hoy por hoy Ricky Gervais es mucho más hiriente, polémico y, sobre todo, impune como host que McFarlane. Al americano se le vio midiendo, demasiado consciente quizás de que su audiencia en el Kodak Theatre es, en su mayoría, conservadora y poco cómplice con según qué ironías. Pero también es verdad que el padre del dichoso oso tiene muchos más colores que el británico.

Cantó, bailó, hizo conexiones "en directo" con la nave Enterprise y su capitán Kirk, bromeó sobre Rihanna, sobre Clooney, sobre Tommy Lee Jones, sobre los judíos, sobre Kate Winslet, sobre Pe y Bardem (precediendo la peor muestra de pronunciación inglesa de Salma Hayek en años), sobre los judíos de nuevo, sobre el Hollywood de árboles hechos de cocaína en los 90,...es decir, no se puso trabas para reírse de cualquier cosa, pero en ningún caso se extralimitó demasiado.

El año que el musical barrió al presentador 


Por otro lado, los números musicales barrieron un poco al presentador, inundando ligeramente la ceremonia como si del tsunami de Lo Imposible se tratara. Hubo muchos. Empezando por la todo terreno y bellísima Charlize Theron, que baila con el mismo gusto con el que interpreta, la gala hizo una enorme sucesión de números, casi sin fin.

Desde una Catherine Zeta Jones de buen año rememorando su éxito en Chicago, a Los Miserables (con una mutilación descarnada de One Day More por temas de tiempo), desde la Streisand de Tal como Eramos a una inmensa, y sorprendente a su edad, Shirley Bassey interpretando Goldfinger con maestría. Incluso Adele (Oscar a la mejor canción original por Skyfall) pareció un ligeramente menos espectacular después de la demostración vocal de la mítica cantante. Sin duda, uno de los momentos de la gala y único homenaje mínimamente destacable a la figura de James Bond (se pretendía reunir a todos sus interpretes pero uno de ellos se negó. ¿Quién? Yo tengo mi apuesta).

Sorpresas y confirmaciones 


En lo relativo a los premios, lo realmente importante al fin y al cabo, mi respuesta es que aquí sí me fui casi plenamente satisfecho. Fueron unos premios justos, repartidos y, he de decir, que aplaudidos por un servidor de ustedes en su mayoría.

La primera sorpresa de la noche fue muy tempranera: el Oscar a mejor actor secundario para Christoph Waltz y su calmo Dr. Schultz. La cara de Mr. De Niro fue un poema. Los cinco nominados de este año eran tremendos: el susodicho tótem del Actor's Studio y su genial padre un poco ludópata, un poco sensible y un poco loco de Silver Linings Playbook, un divertidísimo Alan Arkin con su "Argo Fuck yourself!", el aplastante peso del siempre genial P.S. Hoffman en The Master o un Tommy Lee Jones en estado de gracia en Lincoln.

Lo aplaudí boquiabierto, pensaba que se lo iban a dar a Robert de Niro, además me pareció que el personaje de Django tenía mucho del ya oscarizado caza judíos nazi de Malditos Bastardos, pero me gustó. Porque me gusta Christoph Waltz, posiblemente el mayor descubrimiento de Tarantino hasta la fecha, porque me gustó Django Unchained y el Dr. Schultz (verdadero héroe de la historia), y porque me encanta el padre de Pulp Fiction.

Me parece uno de los mejores guionistas y directores de la historia del cine. Como bien dijo al recoger su premio al mejor guión original por su locuaz western, sus personajes, únicos e icónicos, son lo que le harán inmortal.

La estatuilla a mejor actriz secundaria fue uno de los pocos premios que cumplió plenamente con todas las quinielas: Anne Hathaway y su Fantine, una delicia. Adoro el musical de Boublil y Schönberg, y la verdad es que el esperadísimo film, me gustó ligeramente menos de lo esperado. Pero la actuación de Hathaway me rompió. ¿Justa vencedora? Sí, pero tal vez el resto también fueran merecedoras de la distinción. Sin ir más lejos, Jackie Weaver y su sufrida madre en el filme de David O'Rusell y, sobre todo, Sally Field en Lincoln, están soberbias.

El mismo extremo sucede con el premio a la mejor actriz: Jennifer Lawrence. El trabajo de la nueva chica mimada de Hollywood me parece muy, muy bueno. Personalmente me dejó más huella que su partenaire, construye una viuda algo desequilibrada llena de colores y matices, llena de fuerza y contradicciones, auténtico revulsivo del personaje de Cooper.

Pero en mi opinión, el trabajo de Emmanuelle Riva en Amour me parece, posiblemente, la mejor interpretación femenina del año. Impresionante. Y tampoco podemos más que alabar el trabajo de las otras tres nominadas. La nueva niña prodigio, Quvenzhané Lawrence, es ella sola, un faro inmenso que llena de luz y magia el interesante film de debut del también nominado como director Behn Zeitlin; pero es muy joven, ya lo ganará. O no.

Naomi Watts también resulta, como poco, tremendamente conmovedora en su emocionante y desgarrada interpretación de la tragedia de Lo Imposible, y la otra favorita de la noche, Jessica Chastain, tiene un par de secuencias en Zero Dark Thirty que valen con creces su nominación. Lo dicho, me quedo con la francesa.

Uno más para Daniel Day Lewis 


El máximo galardón para los actores recayó obre Daniel Day-Lewis y su Abraham Lincoln, uniéndose a Hathaway en los premios cantados de la noche. El actor británico, nacionalizado irlandés, es posiblemente el actor más grande de su generación, con permiso de intérpretes de la talla de Phillip Seymour Hoffman, Denzel Washington, Joaquin Phoenix, Christian Bale, Di Caprio o el mismo Javier Bardem.

El concienzudo y extremo sistema de trabajo del intérprete de Lincoln, del que se dice que durante la preparación y rodaje de las películas vive permanentemente inmerso en sus personajes rozando casi lo psicótico, parece ser el perfecto para Day Lewis que, con éste ya cuenta con 3 Oscars en su haber (además del increíble trabajo de My Left Foot, y el escalofriante magnate del petróleo de la impactante There Will Be Blood de Paul Tomas Anderson). Y acumula un total de 5 nominaciones junto con las del carnicero de Gangs of New York de Scorsese y su primera nominación por la ya mítica In the Name of the Father.

Lo dicho, su interpretación, casi en espíritu, del padre de la nación norteamericana era un premio cantado, sólo disputado, tal vez, por el intensísimo piloto con problemas de adicción de Denzel Washington en Flight (también nominada a mejor guión original, y con uno de los mejores accidentes aéreos que recuerdo en el cine) y un desgarrador Joaquin Phoenix en el difícil filme de Paul Thomas Anderson, The Master.

Para postre, el cada vez más excéntrico actor brindó algunos de los pocos momentos divertidos en una noche de discursos más bien insípidos, bromeando con Meryl Streep ("Ella era la primera opción para Steven") o con la misma gala ("lo único que le comenté a Steven fue que creía que lo mejor era que Lincoln no fuera un musical").

Tarantino unchained


Como dije anteriormente, el mejor guión original fue para Quentin Tarantino y su atípico western trufado de diálogos geniales y secuencias en las que se puede cortar la tensión con un cuchillo como la cena con Di Caprio como anfitrión o momentos de un absurdo admirable, como la secuencia de presentación del personaje interpretado por Don Johnson o la impagable discusión del Ku Klux Klan.

Haciendo justicia, el mejor guión adaptado fue para Argo, pero de ella hablaremos en un momento. Sin embargo, querría hacer una mención especial al premio para Django Unchained.

Tarantino es muchas cosas. Es su particular uso de la cámara, es su música (que se te queda asociada a sus secuencias para siempre), es sus guiños cinéfilos, es su violencia, es su humor, es su universo particular, pero sobre todo Tarantino es sus diálogos y sus personajes. Vincent Vega, o Beatrix Kiddo o el extremadamente cortés nazi de Malditos Bastardos, o Bill, o los hombres de Reservoir Dogs, o Butch, el boxeador tramposo de Pulp Fiction, o Django y su Dr. Schultz, los personajes del director americano traspasan la pantalla y se convierten en auténticos iconos pop, referentes vivos de nuestra cultura globalizada.

Así lo dijo él mismo en su discurso con el codiciado premio ya entre sus manos, "dentro de 40 ó 50 si la gente sigue viendo mi películas será por los personajes". Bailar paseándose dos dedos por delante de los ojos nos evocará a todos por siempre a John Travolta y Chuck Berry.

Y es por eso que el premio al guión es uno de los más merecidos para Quentin Tarantino. Como dijo Christoph Waltz: "Tarantino es un poeta y a mí me gusta la poesía", y qué duda cabe, que el bueno de Quentin sabe encontrar a sus trovadores.

Y se hizo justicia


Por fin llegó el momento de la verdad. Seis y media de la mañana. Los chistes de McFarlane ya hacen menos gracia, las canciones se empiezan a hacer más largas, la canción de Adele me suena a un dulce arrullo de cuna, y las estrellas de Hollywood se ven cada vez más viejas. Bueno, eso será verdad. 

El caso es que llegó el gran momento, después de que Ang Lee se llevara el codiciado Oscar a mejor director después de sus otros dos premios por Brokeback Mountain y Tigre y Dragón, siendo este año su 6a nominación a mejor realizador; y era evidente que los nervios estaban a flor de piel. Ang Lee estaría algo más relajado, no era favorita en las apuestas, pero estaba siendo una buena noche para su Life of Pi; sin embargo, la gran batalla se intuía entre 3 producciones, como mucho: Lincoln, Argo y Zero Dark Thirty.

Dicen en los tabloides que algunas inconsistencias históricas restaron popularidad a la primera y que la, más que sincera, película de Bigelow sobre los métodos con los que trabaja la CIA, levantó ampollas que se prefirió no airear demasiado. Así que de la mano de Michelle Obama en directo desde la Casa Blanca (el momento más surrealista de la noche...no hay que juntar peras con manzanas), por fin conocimos el nombre de la ganadora a mejor película: Argo. Y me alegré.

Argo me pareció la mejor de las nominadas en cuanto la vi. Pocas veces en el cine moderno nos encontramos con películas tan bien ejecutadas, que te involucran emocionalmente y te mantienen más que atento, casi frenético al final, durante todo el metraje.

Fue una injusticia que Ben Affleck no estuviera nominado como mejor director, pero finalmente se fue con sabor de revancha, después de un atropellado discurso (llegando a agradecer hasta a Iran) con su Oscar a mejor película de la mano y con el reconocimiento unánime a su "Mejor Película", que lo es.

¿Valió la pena trasnochar? Si, en su mayor parte. Presentador correcto, algunos pocos momentos destacables y en general, premios merecidos. Lo mejor, los premios a mejor película extranjera y a mejor película, por la tremenda Amour y la genial Argo, respectivamente.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...